Escuela para padres

Adolescencia y Educación Sexual: Una invitación a pensar

La adolescencia es ese momento en la vida en el que, por el desarrollo madurativo específico del cuerpo biológico, la sexualidad comienza a tener una preponderancia en la vida cotidiana de nuestros hijos, hijas y estudiantes. El crecimiento del cuerpo, la aparición de los caracteres sexuales secundarios, cambios en el humor, una mayor reserva para con los adultos y todo tipo de detalles novedosos, todas estas alteraciones preparan el camino para que los jóvenes se enfrenten a una nueva forma de vivir su sexualidad.

Desde nuestro lugar proponemos un concepto de sexualidad que —en consonancia con la Ley de Educación Sexual Integral—, excede ampliamente las nociones de “genitalidad” y de “relación sexual”. Consideramos a la sexualidad como una de las dimensiones constitutivas de la persona, relevante para su despliegue y bienestar durante toda la vida, que abarca tanto aspectos biológicos, como psicológicos, sociales, afectivos y éticos. Esta concepción es la sostenida por la Organización Mundial de la Salud: “El término ‘sexualidad’ se refiere a una dimensión fundamental del hecho de ser humano. […] Se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales. […] En resumen, la sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos”.

En línea con la Ley Nacional de Educación 26.150, en la escuela implementamos, mediante el Proyecto Creciendo, los lineamientos del Programa de Educación Sexual Integral (ESI) a través de contenidos curriculares que son –hoy– un derecho de cada niño, niña y adolescente. Los contenidos trabajados fomentan el desarrollo de saberes y habilidades para el conocimiento y cuidado del propio cuerpo; la valoración de las emociones y de los sentimientos en las relaciones interpersonales; el fomento de valores y actitudes relacionados con el amor, la solidaridad, el respeto por la vida, la integridad y las diferencias entre las personas; el ejercicio de los derechos relacionados con la sexualidad; la adquisición de prácticas tales como la posibilidad de decir “no” frente a la coacción de otros; el fortalecimiento de conductas de respeto y cuidado personal y colectivo de la salud; habilidades psicosociales, como propiciar el diálogo, lograr acuerdos, la privacidad, la identidad, expresar sentimientos y afectos. Todos estos contenidos enmarcados dentro de los tres principios generales que siempre deben estar presentes en el abordaje de una educación sexual plena, estos son: LIBERTAD, RESPONSABILIDAD Y COMPROMISO.

Consideramos que si nosotros, desde nuestro lugar de adultos responsables, no formamos parte de la educación sexual de nuestros hijos, ésta queda librada a la “educación” que el mundo actual ofrece, bombardeando constantemente con estímulos de toda índole; desde la publicidad, la televisión, entretenimientos y redes sociales, donde se hacen explícitos contenidos que afectan las formas de entender y practicar la sexualidad. Desde nuestro lugar de padres y docentes debemos ayudar a los adolescentes que están a nuestro cuidado para que puedan conocerse, entenderse, disfrutarse y cuidarse. Ayudarlos a resolver sus dudas, conocer y aceptar su cuerpo, sus emociones y sentimientos tienen que ser los primeros objetivos. Consideramos que la educación sexual no consiste sólo en conseguir que nuestros hijos e hijas se cuiden, sino en generar espacios de diálogo donde ellos puedan presentar sus dudas y temores, reconocer sus sentimientos, hablar de lo que les pasa con algún referente, recibir información verdadera y útil de acuerdo a sus necesidades.

En definitiva, se trata de que, como adultos, podamos acompañar a nuestros adolescentes en la toma de decisiones responsables y críticas vinculadas a sus derechos, al cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, la información y la sexualidad. Que podamos orientar y desarrollar en ellos la posibilidad de expresar sus emociones y sentimientos, de valorarse como son, de decidir con libertad y responsabilidad sobre sus relaciones sexuales, de prevenir embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, de respetar la diversidad sexual y rechazar toda forma de discriminación, de construir un análisis crítico de los mensajes cotidianos sobre la sexualidad, y de saber a quiénes acudir en caso de ser víctimas de violencia.

 

Departamento de Orientación Escolar

                                                                                     Nivel Secundario


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